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...Más líbranos del mal...

Tal vez sea un poco extraño poner como título de una entrada o post de un blog las últimas palabras de la oración del Padre Nuestro. Sin embargo, para efectos de lo que voy a tratar no podría haber una mejor elección. Actualmente vemos como el avance del mal trata de conquistar especialmente ciertas esferas, lugares y grupos de nuestra sociedad tales como centros educativos (colegios, escuelas y universidades), ambientes políticos, religiosos o gubernamentales (grupos colegiados como Cámaras de Representantes, Consejos o Senados), hogares, centros de diversión, etc. ¿Como hacer para alejar el mal de estos ambientes y mantener seguros a nuestros seres queridos? Veamos...

Con total seguridad el debido uso de los sacramentales (aquí también entran algunas oraciones) son las herramienta perfecta para alejar al maligno y sus huestes de sus nefastas influencias sobre la sociedad, la familia, los individuos y los bienes de todo tipo. Actualmente vemos como una de las mayores luchas que se dan en algunas ciudades, pueblos y hasta países enteros es la manera de quitar iconos, imágenes y toda suerte de referencias en donde se profesa la fe cristiana. Por desgracia muchos de estos movimientos son liderados o promovidos por personas con intereses inmorales o que pertenecen a grupos o sociedades ocultas antiquísimas enemigas del cristianismo; y aun, por grupos de otras religiosas como acontece actualmente con el Islam y su soterrada invasión a otros países.

Como decía, aunque al parecer los sacramentales son herramientas muy insignificantes; sin embargo, se tornan como armas supremamente indispensables para contrarrestar y alejar las fuerzas del mal de donde queramos. Debido a que en algunos lugares está prohibida su exposición no queda más remedio que ocultarlos al ojo público. ¿Cómo hacerlo? Muy fácil. En especial las medallas (como la de la Virgen Milagrosa, la de san Benito, el Escapulario metálico, etc.) u otros artículos religiosos debidamente bendecidas o consagradas por un sacerdote católico se deben poner de forma oculta en estos lugares. Por ejemplo, en las aulas de clases de colegios, escuelas o universidades (como lo hice yo en el establecimiento educativo donde estudia mi hija), en oficinas de empresas privadas o entidades públicas, en lugares de diversión y esparcimiento, etc.

Por ejemplo, la Medalla de san Benito con su debido uso y bendición particular es especial para estos efectos. En algunos países europeos se mantiene una cruz-medalla detrás de las puertas de los hogares y hasta se ponen en las bases de casas o edificios que se empiezan a construir.

Recuerdo que hace algún tiempo leí la historia de una ama de casa en Estados Unidos que demandó a esa nación (hecho que ocurrió en los años sesenta o setenta) por tener crucifijos en las aulas educativas públicas atentando contra las creencias religiosas de las otras personas. Al parecer ella era atea. La señora ganó el pleito judicial y se prohibieron las imágenes religiosas en los centros educativos públicos de USA. Al final, se dice que la señora fue asesinada años después por una pandilla juvenil. Por otra parte, es de conocimiento público como es de compleja desde hace muchos años la dura convivencia en las escuelas primarias y secundarias de ese país.

Otra forma de proteger estos importantes lugares es consagrarlos a Dios y a la Virgen mediante oraciones. Personalmente todos los días consagro el lugar de mi trabajo y el colegio de mi hija cubriéndolos con la Sangre de Cristo y con el Manto de la Virgen María. Aún es muy bueno orar por el territorio de nuestras naciones de esta forma. Se puede añadir otras oraciones extractadas de los Salmos, de nuestro gusto.































































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