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La Santa Misa la oración que da mayor Gloria de Dios

Sagrada comunión
Que puede haber de más grande, sublime y excelente en toda la historia humana que una Santa Misa, la cual es la renovación de la vida, pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo. Por eso, escuchar una Misa con las debidas disposiciones y atención, es la forma más elocuente de glorificar a Dios y agradecerle por sus innumerables bendiciones. Por supuesto, es el acto y la oración que más nos aporta en todas nuestras necesidades, sabiendo que al atenderla eficazmente Dios escucha las súplicas de su Hijo Jesús, de la Santa Virgen, San José y todos los Santos del cielo a nuestro favor. Esto es lo que del Santo sacrificio decían los Santos:

Es el acto más grande, más sublime y más santo, que se celebra todos los días en la tierra. Nada hay más sublime en el mundo que Jesucristo, y nada más sublime en Jesucristo que su Santo Sacrificio en la Cruz, actualizado en cada Misa, puesto que la Santa Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz. Misa, Cena y Cruz son un mismo Sacrificio.

Asistiendo devotamente a la Santa Misa, das a la Santa Humanidad de Jesucristo, el máximo honor, y Él repara muchas de tus negligencias y omisiones y te perdona los pecados veniales no confesados y de los cuales estás arrepentido y de los que no te acuerdas.

1. A la hora de tu muerte, tu mayor consuelo serán las Misas que oiste devotamente durante tu vida.


2. "Más vale una Misa oída en vida, que mil Misas celebradas por tí después de tu muerte. San Anselmo.

3. Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción del fervor con que las oigas.

4. Con cada Misa aumentarás tus grados de gloria en el cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo y quedan bendecidos tus negocios e intereses personales.


5. El Ángel de la Guarda tendrá presentes los pasos que des para ir a la Santa Misa, y que Dios te lo premiará en tu muerte.

6. Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de Ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

7. Si conociéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, cuánto mayor celo tendríamos en oírla. El Santo Cura de Ars.

8. Cada Misa solicita perdón ante la Justicia de Dios.

9. Disminuye sobre tí el imperio de satanás.

10. Te libra de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa. Acuérdate también que con ella acortas tu purgatorio.

11. Si una mujer embarazada asiste a Misa siempre y cuando ello le sea posible, tomándose un poquito de molestia como mayor se la tomó la Virgen al viajar a Belén para dar a luz allí al Redentor, "podré obtener grandes auxilios en los dolores de su parto". San Beda el Venerable. 

12. El que oye devotamente la Santa Misa y está exento de pecado mortal, "sabed oh cristiano, que se consiguen mas méritos oyendo devotamente una Santa Misa que distribuyendo a los pobres todas las propias riquezas o recorriendo en peregrinación toda la tierra". San Bernardo.

13. "Más honra a Dios una sola Misa (sobre todo si comulgamos en estado de gracia), que todas las demás obras de los ángeles y los hombres por fervorosos que sean". San Claudio de la Colombiére.

14. "La Santa Misa es el sol de los ejercicios piadosos y el centro de la religión cristiana; el corazón de la devoción el alma de la piedad". San Francisco de Sales.

15. "La Santa Misa da fuerzas al alma para batallar contra los enemigos. Perdona los pecados veniales. Mitiga el aguijón de la carne y aumenta la castidad. Acrecienta el fervor de la caridad. Da valor para sufrir las cosas adversas y llena el alma de todas las virtudes". Santo Tomás de Aquino.

16. "Quien asiste devotamente a la Santa Misa, alcanzará grandes auxilios para no caer en pecado mortal y, si la oye entera cada día, no le faltará el alimento o sustento necesario para su cuerpo". San Agustín.

17. El Santo sacrificio de la Misa es la mejor medicina para sanar enfermos. San Cipriano.

18. El que con devoción asiste diariamente a la Santa Misa será preservado de grandes males y peligros de alma y cuerpo. San Gregorio.

19. "En verdad te digo que a quien devota y diligentemente asista a Misa le enviaré para su consuelo y defensa, y para cortejo autorizado de su alma en la jornada tantos nobles palaciegos de mi Gloria entre mis Santos, cuántas Misas tenga así oídas en la tierra". Revelado por Nuestro Señor Jesucristo a Santa Matilde 3a. Parte Cap 19.

20. Es el sufragio más eficaz para los difuntos según lo demostró el caso de una hermana de San Vicente Ferrer, llamada Francisca, que murió y su alma se apareció al Santo, revelándole que había sido sentenciada a sufrir en el Purgatorio hasta el Día del Juicio Final, pero que como enseguida San Vi­cente le ofreciera las 30 Misas Gregorianas, volvió a parecérsele al concluirlas, para agradecer tan poderosísimo sufragio, en virtud del cual Dios le perdonaba todas sus penas y volaba ya gloriosisima al cielo.

21. "La Santa Misa es el mayor bien que se puede ofrecer por las benditas almas para librarlas y sacarlas del purgatorio y llevarlas a gozar de la gloria eterna". San Bernardo de Sena. 

22. Con razón decía San Bernardo:

«Más merece el que devotamente oye una Misa en gracia de Dios, que si diera todos sus bienes para sustento de los pobres»

23. «Oír una Misa en vida o dar limosna para que se celebre, aprovecha más, que dejarla para después de la muerte» (San Anselmo).

24. «Más aprovecha para la remisión de la culpa y de la pena, es decir, para la remisión de los pecados, oír una Misa que todas las oraciones del mundo» (Eugenio III Papa).

25. Con la Misa se tributa a Dios más honor, que el que pueden tributarle todos los Ángeles y Santos en el Cielo. Puesto que el de éstos, es un honor de criaturas, mas en la Misa se le ofrece su mismo Hijo Jesucristo, que le tributa un Honor Infinito (San Alfonso Ma. de Ligorio).

Durante la Misa, te arrodillas en medio de una multitud de Ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia. A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que hayas oído durante tu vida. Cada Misa que oíste, te acompañará al Tribunal Divino, y abogará para que alcances el Perdón.

Con cada Misa, puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el Fervor con que la Oigas. 

Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.

Santa Teresa suplicaba un día al señor, le indicara cómo podría pagarle todas las mercedes que le había dispensado y le contestó «OYENDO UNA MISA».
"Todas las buenas obras del mundo reunidas, no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras que la Misa, es obra de Dios. En la Misa, es el mismo Jesucristo Dios y Hombre Verdadero el que se ofrece al Padre para remisión de los pecados de todos los hombres y al mismo tiempo le rinde un Honor Infinito" .El Santo Cura de Ars.

La institución de la Eucaristía según las Sagradas Escrituras

La narración de la institución eucarística aparece descrita en los tres sinópticos sujetada a lo esencial. (Mateo 26,26-29; Marcos 14,22-25; Lucas 22,7-20).

En los relatos representan la tradición de alguna iglesia palestina, Jerusalén y también la tradición de una iglesia helenística, Antioquía o Corinto.

Para la cena pascual estaban “reclinados” sobre lechos o esteras y apoyados sobre el brazo izquierdo. Según la Mishna no podían asistir menos de diez ni pasar de veinte comensales.

(La Mishna o corpus iuris judío, era un Compendio hermenéutico de leyes hebreas recopiladas, el cual acopiaba y consolidaba la tradición oral judía desarrollada por amplios períodos desde los tiempos de la Torá o ley escrita, hasta su compilación por parte del clérigo judío Yehudah Hanasí al final del siglo II.

El Mishná, es el fundamento de la ley judía oral o rabínica que hace parte del Talmud; el cual, simultáneamente con la Torá o ley escrita, conforman la halajá. El Mishná fue desarrollado e interpretado durante tres siglos por parte de los eruditos de Babilonia. El Mishná original y su interpretación o exegesis, recibieron al mismo tiempo el nombre de Talmud).

Esta aparente discordancia está en función del ritual rabínico. Pues según éste, la cena pascual en si radicaba en consumir el cordero pascual, y luego se bebía un tercer cáliz ritual con vino.

Mientras Mateo y Marcos enuncian genéricamente que la consagración se realiza durante la cena pascual, Lucas enfatiza más el momento: fue precisamente después de la cena estricta, después de comer el cordero pascual.

La forma que se usa aquí por el “pan” es todo tipo de pan. Allí el pan era ácimo. Luego lo “bendijo”.
En la cena pascual, al igual que en los usos judíos comunes, había copiosas bendiciones. Los rabinos instaban a la bendición del pan y explicación - haggadah - de la Pascua que se realizaba.


Santa Misa
Sagrada Eucaristía

Jesús se acomoda al uso ambiental, aunque con una bendición y exhortación novedosas, De acuerdo a la nueva Pascua sustitutiva que instituía.

Mateo y Marcos muestran que lo bendijo, pero Lucas dice que “dio gracias”. Podría pensarse que Cristo había hecho ambas cosas y que cada grupo de evangelistas recogió una u otra forma.

Pero en los relatos de las dos multiplicaciones de los panes, Mt-Mc ponen, por el mismo gesto de Cristo, que lo “bendijo”, y luego, en la segunda multiplicación, para decir lo mismo, Mt-Mc ponen que “dio gracias”. Este cambio indeterminado de términos hace ver que los autores evangélicos las usan como términos sinónimos.

De acuerdo a la ceremonia del paterfamilias en la cena pascual, Jesús “partió” el pan y lo distribuyó a los apóstoles. Este rito vino a dar luego nombre a la celebración eucarística: la “fractio panis.”

Probablemente fue debido a que en ello se vio como un signo del cuerpo destrozado e inmolado de Cristo en su pasión y en la cruz.

Mateo y Marcos recogen el precepto dado por Cristo: “Tomad” (Mt-Mc), “comed” (Mt). La frase de Mateo probablemente es una añadidura transcripcional del Mateo griego, ya que parece superflua.

Dicho precepto tenía un triple designio: captar la atención, instruirles lo que debían hacer con este rito nuevo y así atreverse a recibir el cuerpo y la sangre sacramentales del Señor.

“Esto es mi cuerpo.” El vocablo “esto”, puede traducirse por “esto es mi cuerpo,” de lo que se tiene en la mano, el pan; que por “éste es mi cuerpo,” es decir, el que al término de la consagración permanece en el pan.

Juan, al hablar de la promesa eucarística, usa la expresión “carne”. De igual forma lo usan, a propósito de la Eucaristía, San Ignacio de Antioquía y San Justino.

La expresión original verosímilmente fue “carne”. Ya que, esta palabra tiene por progresiva “sangre.” Así, “carne y sangre” es la fórmula definitiva para enunciar la persona.

Terminada la consagración del pan, Mateo añade la ofrenda del vino. Cristo tomó un cáliz. En el judaísmo se hizo uso de una copa en los banquetes religiosos hasta después del siglo IX D.C. En los banquetes usuales consentían, beber de la misma copa, pero se desconoce si a título excepcional permitían esta costumbre en el banquete pascual. Al dar la orden de que bebiesen todos de él, o se amoldó a un uso o instituyó uno nuevo.

“Y dando gracias,” con una fórmula de alabanza al Padre Eterno por la consagración que iba a hacer de su sangre en el vino, se lo dio, diciendo: “Esta es mi sangre.” Y se consumó la consagración. Pero esta sangre es la “de la Nueva Alianza”.

Dicho término lo mismo puede expresar “testamento”, “alianza” o “pacto.” Pero, en todo caso, la evocación debe contrastarse al acontecimiento del Sinaí (Ex 24:3-8), donde se originó la “alianza” entre Yahvé y el pueblo elegido mediante el sacrificio del cordero pascual y la aspersión de la sangre.

La “Nueva Alianza” es instituida con la sangre de Cristo. Por ello la imagen de “alianza” está erigida en relación con la sangre y no con la fórmula de la consagración del cuerpo.

Igualmente se enfatiza que es “derramada” por “muchos.” Marcos y Lucas usan la fórmula en favor de. Los que van a recibir este provecho en Mateo y Marcos son “muchos.”

La locución inicial, “derramada,” está escrita en griego en participio de presente. Denotaba que se estaba derramando ahora, por lo que se probaría, por esto, que la Eucaristía era un sacrificio para expresar la muerte redentora en el altar del Calvario.

El fruto decisivo por el que se derrama esta sangre es “la remisión de los pecados” de todos los seres humanos.

La estimación de todo este fragmento de la presencia real eucarística encuentra su mejor comentario en la iglesia primitiva y en las palabras de San Pablo, precedentes al relato de la institución (1Co_10:16).

Mateo finaliza el relato con un fragmento en el que Jesús expresa que no gustará más del fruto de la vid hasta que pruebe un nuevo vino con ellos “en el reino de su Padre”.

Con un banquete es presentado frecuentemente el reino de Dios; esto era una alegoría habitual de los judíos. Cristo anuncia su muerte y también su encuentro posterior con los apóstoles en el reino de Dios. Es la noción “escatológica” del reino.

Este vino “nuevo”, no es otra cosa que un fragmento de la imagen del banquete, alegoría del nuevo orden de las cosas que gobernará en aquel universo escatológico (1Co_11:26).

Significado del sacramento de la eucaristía

La Eucaristía (la Santa Hostia) es Jesucristo vivo. Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, se hacen presente cuando el sacerdote consagra el pan y el vino en la Santa Misa.

Dichos elementos se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Recibir la Eucaristía o Comunión es recibir a Jesucristo Resucitado.

La Eucaristía, explica el Papa León XIII, “Contiene en una variedad de milagros, todas las realidades Sobrenaturales” (Encíclica Mirae Caritatis). La Eucaristía es la síntesis y suma de nuestra fe.

La Eucaristía es el corazón y la cúspide de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y a todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias, ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre Eterno; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.

“No se debe recibir la Eucaristía como un alimento personal para luego enclaustrarse en la propio egolatría. La Eucaristía nos une al Señor y nos une entre nosotros. Es vinculante, en el sentido de que nos hace miembros del Cuerpo de Cristo”. (Ratzinger).

Cristo nos enseña: “Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.” Juan 6, 35.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.” Juan 6, 51.

El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él. Juan 6, 54-56.

El que coma de este pan, vivirá para siempre. Juan 6,58.

Requisitos para recibir la Comunión:

a) Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica.

b) Estar en gracia. Para conseguirlo se debe realizar la confesión sacramental de todo pecado mortal y venial.

c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas).

La Eucaristía es un milagro y el mayor regalo del Amor Divino.

Es misterio, es sacramento, es sacrificio. Como misterio, se cree, como sacramento, se recibe, como sacrificio, se ofrece.

Se propone al entendimiento como misterio. Se da al alma como alimento. Se ofrece a Dios como homenaje. Como misterio, anonada. Como sacramento, alimenta. Como sacrificio, redime.

Como misterio, es admirable. Como sacramento, es deleitable. Como sacrificio, es inefable. Como misterio, es impenetrable. Como sacramento, es presencia real. Como sacrificio, alimenta. Como sacramento, es sabrosísimo. Como sacrificio, es valiosísimo.

Como misterio, debo meditarlo. Como sacramento, debo gustarlo. Como sacrificio, debo apreciarlo sobre todo. Es misterio de fe. Debo creerlo. Es sacramento de amor. Debo amarlo. Es sacrificio de Dios. Debo confiar en él.

Como misterio se oculta en el Sagrario. Como sacramento, es comunión. Como sacrificio, se inmola en la Santa Misa.

¡Oh Misterio Adorable! El Sagrario será mi refugio.

¡Oh Sacramento Dulcísimo! Comulgar será mi mayor deseo.

¡Oh Sacrificio Estupendo! La misa será mi prioridad de vida.
Para saber más de la Santa Misa clic aquí

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Comentarios

  1. En el colegio siempre me enseñaron a orar para que me extrañe y si funciona lo recomiendo muchísimo, Dios escucha nuestra súplicas.

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